jueves, 29 de septiembre de 2011

ORIGEN

No soy de los que suelen demostrar una admiración especial por ningún personaje público, ni mucho menos hacer largas colas por asistir a cualquier tipo de evento cultural. Tampoco llegaría al paroxismo por defender los colores de un equipo deportivo, ni por ninguna ideología política. Simplemente soy una persona bastante anodina. Sin embargo, cada vez que veo una librería, una estantería llena de libros, o simplemente un montón de libros metidos en una caja en un puesto callejero, siento como si fuera poseído por una extraña fuerza que irrefrenablemente me conduce ante ellos, paralizándome; y en ese preciso instante empiezo a sentir una sensación extraña, dejo de ser consciente de todo lo que sucede a mi alrededor y comienzo a ojear los libros.